07 agosto 2011

¿Sabes que es que te duelan los ojos de llorar?

Yo sí. Lo sé. Lo he vivido. Y no hay cosa que más odie en la vida. Tener los ojos tan rojos y tan hinchado de haber estado horas y horas llorando que te duelen más los ojos que la pena que te hace llorar. Pero que extraña que es la vida, que a veces lloras por cosas estúpidas y las grandes desgracias te producen tal sock que no sabes que hacer, como responder. Antes he mentido, sí, hay una cosa que odio más que esta sensación, y es discutir. Chillar sin razón a una persona que no tiene la culpa de nada, pagarlo todo con ella. O, en su defecto, oir discutir a dos personas, y sobre todo si son dos personas que me importan. Odio gritar, odio discutir, odio que las personas digan cosas que no piensan y de las que después se arrepienten. Sin razón, si lógica alguna, solo por el simple hecho de que tienes un mal día, estas agobiado y lo pagas con el resto, con las personas que tienes más cerca. ¿Tanto cuesta darte cuenta de que les haces daño? ¿Tanto cuesta hablar las cosas sin más, sin gritar? ¿Tanto cuesta ser un poco más optimista y sonreírle a la vida? ¿Tanto cuesta cambiar un grito de desahogo por un abrazo?

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